viernes, 11 de abril de 2014

Esclavitud en la Antigua Roma

La esclavitud en la Antigua Roma constituía una de las características de la sociedad romana. A lo largo de toda la historia del Imperio romano y su dominio sobre el Mediterráneo, Europa, África y Asia, la sociedad romana fue esencialmente esclavista, y tanto su economía como su estructura social se basaba en un sistema de clases donde el esclabo constituía el escalón más bajo de la sociedad.

Orígenes

 La mayoría de los esclavos en la antigua Roma se adquirían a través de las guerras, los ejércitos romanos llevan los prisioneros de vuelta como parte de la recompensa de la guerra.
Delante del templo de Pietas, estaba la columna lactaria, donde eran depositados, expuestos, es decir «ius exponendi», los bebés abandonados, es decir, los que el pater familias se negaba a reconocer, para que alguien los adoptara. Esto casi nunca ocurría, sino que los recogían personas que los convertían en esclavos si eran hombres, y en prostitutas si eran mujeres. Los niños inútiles, deformes o débiles eran eliminados. El niño adoptado tomaba el apellido del nuevo padre. Cuando una esclava tenía un hijo, era responsabilidad de su amo aceptarlo en la familia. Que lo matara si no era aceptado no estaba mal visto, aunque más tarde pudo llegar a tener un tipo de reprobación moral.
  

Condición de esclavos, derecho y manumisión  

 Dentro del imperio, los esclavos eran vendidos en subasta pública o, a veces en las tiendas, o por venta privada para los esclavos más valiosos. La trata de esclavos fue supervisada por los funcionarios fiscales romanos llamados Cuestores.

Los esclavos de ciudad solían tener familia y una gran autonomía. Podían lograr la libertad o manumisión de diferentes formas:
  • Bastante irónicamente, con su propia muerte, cuando lo liberaban para que tuviera un entierro de persona libre.
  • Con la muerte de su amo, en cuyo testamento solían liberar a sus esclavos como muestra de generosidad. Cuando eran liberados de este modo, se les dejaba alguna propiedad o dinero.
  • Comprando su libertad, ya que después de haber pasado años de intermediario de su amo en los negocios, podían ganar un peculio.
  • Por declaración ante un magistrado. Amo y esclavo defendían su libertad ante un magistrado. Si era aceptada, se le ponía un bastón en la cabeza como señal de su libertad.  
 Los esclavos eran propiedad absoluta de su dueño. Carecían de personalidad jurídica, de bienes, y hasta de familia propia. El esclavo romano no tenía derecho al matrimonio, al parentesco - no podía ejercer la paternidad ni la maternidad - ni a la propiedad. Los hijos eran vendidos y separados de sus madres. Sin embargo, mediante la potestas, podía adquirir, para su amo, toda clase de propiedades e incluso solicitar un crédito, aunque no estaba facultado para obligarlo a asumir deudas en su nombre.
 Algunos esclavos tenían la consideración de personas libres, bien por la humanidad de sus amos o por el trabajo intelectual que desarrollaban. Esto pasó con los esclavos procedentes de la Abtigua Grecia, que en cierto modo el amo consideraba de mayor educación que la suya. Estos eran los que servían como secretarios, administradores o educadores. En el siglo III se redujeron las masas de esclavos y estos empezaron a valorarse casi como personas libres. El emperador Diocleciano era hijo de un esclavo que había comprado su libertad.

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